No se trata de maltrato a las reglas básicas del flamenco, a la interpretación cantaora, sencillamente se reduce todo a una cuestión de situar a los protagonistas en el contexto adecuado. Hay que saber digerir un determinado cante según el lugar; distinguir entre el aficionado que puede ser aplaudido con sinceridad en el entorno apropiado con quienes se presentan ante un público -ambiente y bullicio al margen- como valedores y transmisores del flamenco. No se duda de la buena voluntad y afición de los intérpretes que fueron programados, Loli Codes y Alfonso Muñoz Cantizano, pero el nivel exigible en un acto público debe ser otro, siempre superior al que fue expuesto: cantes sin la enjundia demandada por los aficionados, tanto en forma y contenido.
Eduardo Flores desempeñó su labor de tocaor discreto y acertado en acordes y tonos, en bastantes ocasiones a la espera de la resolución de los intérpretes, voluntariosos pero sin alcanzar los detalles y matizaciones de cualidad musical y desenvoltura expresiva exigible. Justificar una mala noche cantaora en base a la posible distracción provocada por el entorno puede tener su respaldo siempre que hubiera existido de antemano propiedad cantaora y criterio artístico en los protagonistas.
Francisco Martinez.-(El Dia de Cordoba)
http://www.eldiadecordoba.com/47198_ESN_HTML.htm
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